Paseando sin rumbo fijo

No tengo nada que hacer, salgo de mi casa, en el Central Park, y me dirijo hacia la fuente, me siento en el borde y comienzo a jugar con el agua, como hago siempre.

Tenía tanto calor que necesitaba agua. Mira que no llevarme una botella de agua para ir a correr... sí, eso era lo que yo solía hacer los fines de semana por la mañana. Por lo menos un poco de agua en la nuca me reanimaría algo.
Me acerqué a una fuente que había por allí y me senté al borde, echándome agua como si me fuera a morir (xD). De repente me di cuenta de que estaba salpicando. Levanté la vista y vi a una chica. Parpadeé, y me di cuenta de que la conocía... sí, la conocía. Pero nunca habíamos hablado. Se trataba de Slow Hentelman... una noble de mi país.

Me sacudo las gotas de agua que me habían caído, entre risas y saludo a un chico que está a mi lado, el cual me había salpicado.

- Hola -le digo con una sonrisa.

Los londinenses altaneros tenían toda la pinta de no actuar de manera en la que Hentelman había hecho. Sonreí levemente. Perdón. Hice una pausa. ¿Tú... ((Ñéh, en inglés sería como un usted, no recrimines xD)) ...eres Slow Hentelman, no? No, qué va.

- Así es -me fijo en su acento, es inglés, como el mío.
-y tú eres inglés.. me equivoco? -digo riéndome- la verdad es que tu cara me suena de algo -entrecierro los ojos, pensativa, intentando recordar aquellas caras que hacía más de dos meeses que no veía.

-Vengo de Preston, allá por Lancashire,- contesté, haciendo una sonrisa que más bien tenía forma de mueca.
Enarqué una ceja. ¿Slow Hentelman, conocerme a mí? ¡Esa sí que era buena! Ésta vez la mueca tomó forma y se convirtió en una sonrisa, dejando escapar una pequeña carcajada. -¡No creo que me conozcas!-exclamé. -Por cierto, soy Dom,- le dije, extendiendo la mano hacia ella. Menos mal que no me sudaban las manos.

-Preston? -digo estrechándole la mano, tal y como me había enseñado mi abuela.
-conoces la mansión de Capperlsware? es de mi tío, pasé dos veranos enteros, hace un año... conocí a bastante gente, ya que dejé mis obligaciones a un lado y me vestí normalita... odio llamar la atención para que se den cuenta de quién soy -digo mirando el agua.

Me pasé una mano por el pelo, como si me lo estuviera arrascando, para terminar de quitarme el agua, mientras la escuchaba. ¡Así que estuvo en Preston! Fruncí el ceño. Era raro no reconocerla.
-Sí, me suena ese lugar. Yo vine aquí hace un año justo... supongo que estuve uno de esos veranos que tú viniste.- dije pensativo.

- bueno, Preston tampoco es pequeño, y la mansión está a las afueras... aunque me encantaba ir al pueblo y entrar en la cafetería de la plaza -con oojos de soñadora, recordando aquellos momentos.
- yo llegué aquí hace un par de meses, como mucho... y no me gustan las ciudades tan grandes -digo torciendo el gesto.

Hice una mueca. Esa cafetería no me hacía mucha gracia.
- A mí me gustaba más Gordios. Y si luego quería tomarme un aperitivo me iba a un Subway. Aunque de esos hay aquí también.- Recordé que a algunos amigos míos sí le gustaba la cafetería de la plaza y más de una vez tuve que estar por ahí.

Observo la mueca y asiento en mi interior.
-al Suway también he ido, pero acabaron reconociéndome y no pude volver, y menos cuando una chica me cortó un mechón de pelo porque decía que quería tener el mismo color de pelo que yo -suelto un largo suspiro al recordarlo y me echo el pelo hacia atras, en un gesto instintivo.

¡Oh, Dios! ¡Claro que la había visto, por lo menos eso! No sabíamos que era ella... intenté aguantarme la risa, simplemente dejando que se asomase una pequeña sonrisa en la comisura de los labios. En realidad aquello fue una apuesta... ¿de verdad se lo había creído? Aquella chica era amiga mía y perdió una apuesta. La idea no se me ocurrió a mí, pero estuve riéndome un buen rato al verle la cara.
-La gente está loca,- dije riéndome.

-no, la gente no sabe que odio mi color de pelo... y que tampoco me lo dejan cortar como yo quiero. fue una excusa perfecta para cortármelo según llegué a casa, no tuvieron ni tiempo de pararme. -digo con una sonrisa.

Bueno, al menos, si se acordaba de nosotros, no nos recordaría como unos capullos. ¿O sí? Había que tener mala leche, pero repito que no fue mi idea... yo simplemente estuve ahí, riéndome.
-Eso de seguir el protocolo tiene que ser un fastidio... ¿no?- Qué pregunta más tonta... ¡pero si ya se veía!

-simplemente, no lo sigo -digo sin darle importancia- luego mi abuela me echa la bronca... y así siempre, es ya como una tradición -con un suspiro divertido y teatral.

Ah, ya entendía. La chica por lo visto se negaba, se revelaba. Me dio a entender que el protocolo era tipo: "o lo tomas, o lo dejas... pero si lo dejas, bronca." Vamos que tenías que tomarlo o tomarlo, sí o sí.
¿Conociste a gente en Preston? Era para ver si yo les conocía.

-Sí, a algunos... pero desde que un día se me olvidó parte del protocolo con un duque holandés.... mi abuela me prohibió salir... así que estuve más de la mitad del verano sin hablar con nadie de fuera de la casa.. increíble, lo que no me hacen mis padres me lo hace mi abuela -digo frunciendo el ceño.

No supe que decir. Preferí seguir insistiendo acerca de la gente que conocía.
-Hm... bueno... ¿te acuerdas de algún nombre?- pregunté.

-La verdad es que la memoria no es lo mío -digo sin mucho entusiasmo- recuerdo algunos: Thomas, Eillen, Marcus, uhmmm Carla , recuerdo que ésta última no era de allí, pero no recuerdo muchos más.

Uno de mis amigos se llamaba Marcus. Enarqué una ceja. -¿Por casualidad no sería Marcus Stevens?- pregunté.

-Puede ser, no recuerdo el nombre _digo torciendo la mueca, en expresión pensativa_ por qué? lo conocías? Creo recordar que era rubio, tirando a pelirrojo.

Sonreí ampliamente. Sí, ese era Marcus. O por lo menos según ella lo describía. -Ahora entiendo porqué se escaqueaba de vez en cuando para quedar con nosotros,- comenté. -Es amigo mío- dije 'es' pues aún no habíamos perdido el contacto, por suerte.

-se escaqueaba? -pregunto divertida- no tenía ni idea, pero sólo pudo ser la primera parte del mes de julio... el resto estuve castigada -digo con un mohín.

Me reí.
-De todas maneras fue durante poco tiempo.- Me quedé pensando, intentando recordar. -Recuerdo que una vez le echamos la bronca.- Volví a reírme un poco.

Pobre _riéndome_ era buen chaval... me enseñó un poco el pueblo, porque sino... yo era capaz de perderme _digo elocuente.